-¿Ma?
-¿Qué hijo?
-En el cole me dijeron algo que me dejó pensando
-Que raro.. déjame adivinar, tenes una pregunta.
-Si.. ¿Cómo sabías?
Juan vive en Utopía, un planeta en una galaxia cercana a la Vía láctea, entre los planetas Merindo y Sisepuede. Juan es un chico muy curioso, sus padres le enseñaron de chiquito que TODO lo tiene que preguntar. Él, obediente, cuando quiere saber algo, pregunta; cuando no sabe algo, pregunta y cuando sabe algo, lo vuelve a preguntar para ver si obtiene la misma respuesta o una distinta. Todas las noches cuando se va a dormir, la mamá o el papá o la tía o la abuela o un amigo o quien sea que esté con él debe enfrentarse a un (a veces interminable) cuestionario hasta que se canse y se duerma. Porque él no se duerme de otra manera si no es preguntando. Porque le gusta soñar con sus preguntas, porque obtiene respuestas que le dejan más preguntas para mover los intrincados sueños que sueña.
-A ver, preguntá nomás..
-Estábamos hablando de las religiones de los humanos de antes
-Uh.. interesante..¿Qué es lo que te quedó en la cabeza?
-Hablaban de cual era el “ABC” de una de las religiones
-Si… ¿Y?
– ¡Y qué no entiendo! ¿Por qué “ABC”?
-Eso quiere decir como “lo fundamental, lo básico e indiscutible” de cada religión
-Pero es imposible ma! Si a mi me enseñaron que puede haber tantas religiones como personas..
-Claro, para nosotros es así pero muchos de ellos no entendían lo mismo..
-¿Y cómo creían que era?
-Bueno había algunas decisiones que tomaban en conjunto para tener una especie de “base”, que todos hablaran de lo mismo, que se sintieran identificados, que se pusieran de acuerdo… era una forma de compartir, de ordenarse…
-Ah, bueno, nosotros hacemos lo mismo cuando explicamos qué entendemos por cada cosa..
-Exacto, no era algo malo, solo que a veces se les iba la mano
-Y si, ¡ya veo! A, B y C son tres letras! Es muy poco…
Juan estaba confundido. Había algo que todavía no terminaba de entender por eso la mamá decidió contarle un poco más:
-Bueno en realidad no eran solo tres.
-Pero la seño nos dijo que..
-Fue un ejemplo… había más letras pero conocían solo tres. Había muchos grupos pero conocía cada uno, tres letras distintas…
-Entonces ¿cómo se ponían de acuerdo?
-No lo hacían
-¿Entonces?
-Había algún intento de hacerlo, por ejemplo los que conocían A, B y C se agrupaban pero lo malo es que se cerraban al resto. Como si fueran poseedores de un tesoro que el resto desconocía.
-¿Y el resto?
-Bueno algo parecido… solo que habían encontrado otras letras.. D, E y F, por ejemplo.
-¿Y esos hacían lo mismo que los otros?
-Exacto
-¿Y qué paso?
-Empezaron a pelearse entre grupos… claro, nadie podía ver qué letras tenia el otro porque estaba muy ocupado mirando lo suyo..
-¿Entonces?
-Sucedieron cosas terribles
-¿Como qué?
-Todo lo que puedas entender por “terrible” y mucho mas… familias divididas, amores imposibles, muertes, persecuciones, divorcios, enemistades… incluso muchos aprovecharon las diferencias entre grupos distintos para separarse de todos y obtener poder para hacer cosas en beneficio propio…
-¿Cómo hacían para conseguir poder?
-Y había muchos vivos… te pongo un ejemplo: Estamos en un grupo y nuestro tesoro son tres letras, elegi tres: ¿Cuáles te gustan?
-Nose… la J de Juan, la M de mamá y la E de estúpidos.
-Bueno, estas tres letras son nuestro “ABC”, nuestra norma.. lo que nos ordena
-Nuestro «JME» dirás..
-Bueno sí, eso.. esas tres letras son un tesoro que custodiamos porque es lo que nos une. Imaginate que nos une con hilitos muy finitos que ni podemos ver.
-¿Pueden ser sogas? Son más fuertes…
-Mmm… no, son hilitos. La cuestión es que hay seres, esos que te dije que querían poder, que se dan cuenta de eso.
-Ah… ¿Se dan cuenta de que hay hilos y los rompen?
-Sí y No. Sí se dan cuenta de que existen esos hilos pero en vez de alertar al resto deciden callarse y ponerse a construir un banquito para subirse y estar más arriba que el resto del grupo.
-Pero eso los hace altos, no poderosos ma..
-Los hace poderosos porque descubren que subiéndose un escalón arriba, los demás los miran como superiores y ellos desde arriba pueden manipularlos.
-¿Cómo?
-Simplemente moviendo los hilitos… como un titiritero.
Juan se quedó con los ojos muy abiertos. Lo que le contaba la mamá le generaba algo muy feo: indignación.
-Esta historia es desesperante, ¿Nadie hizo nada?
-Hubo algunos, de los que estaban dentro de los grupos, que fueron dando pequeños pasitos hacia atrás… imaginate que están todos los grupos en el medio, cada uno en la suya… y de repente algunos empiezan a sospechar que puede haber algo interesante en lo que tienen los otros grupos.
-Claro, entonces van dando pasitos hacia atrás para espiar.
-Ponele que sí.
-¿Y qué pasa con eso?
-Y… al dar pasos para atrás, sin darse cuenta terminan formando entre todos los que se apartaron de sus grupos una especie de ronda alrededor de todos. Eso les permitió ver el panorama desde otro punto de vista y se dieron cuenta de algo que era obvio pero que no habían visto por estar tan concentrados en custodiar sus letras.
-¿Qué cosa vieron?
-Que en realidad todos eran parte de algo más grande, vieron que todos custodiaban letras distintas de un mismo abecedario.
-Y sí, ¡Hasta a mi me suena obvio! Eso está bueno… que se hayan dado cuenta de que había más letras, ¿no?
-Y, pensá esto: si tenés que armar palabras con tres letras.. ¿Cuántas podés armar?
-Uh mamá, ¡matemática un Domingo no!
-Dale, es muy fácil. Imaginate que estás en el grupo del “ABC”
-¿Pero no estábamos en el «JME»?
La mamá suspiró y respiró profundo para mantener la paciencia.
-Bueno, sí… ¿Qué podés formar con esas letras?
-A ver… son tres letras, puedo formar JME, JEM, EJM, EMJ, MJE, MEJ…
Juan se quedó sorprendido. Estaba contando las opciones con los dedos y se sorprendía de que aun le sobraran cuatro.
-Mamá son seis palabras nada más! Es muy poco!!
-Exacto. Ahora intentá combinar todas las letras del abecedario.
Juan empezó a contar pero se perdió antes de comenzar, miró a su madre pícaramente pero luego se entristeció un poco. Se sentía mal imaginándose todas las cosas malas que les habían sucedido a esos seres por no cambiar un poco el ángulo desde donde miraban, por no poder ver lo obvio.
Dio media vuelta, acomodó la almohada y cerró los ojos. Esto de preguntar a veces le traía dolor de cabeza… y estaba seguro de que esa noche, no iba a tener dulces sueños.